El concepto de ser padres conlleva a pensar que siempre se desviven por sus hijos, volcando en ellos ternura y amor, sacrificando todo por su felicidad, pasando a veces privaciones para que no les falte nada,intentado que su vida sea mucho mejor, que las navidades estén llenas de regalos (que quizás ellos nunca tuvieron). El amor que sienten por los hijos es inmenso y darían su vida por ellos. Por eso, cuando te informan de los malos tratos que sufren muchos de ellos, el alma te cae a los pies y te sientes impotente y las lágrimas te hacen ver nublada esa fotografía donde la víctima inocente aparece con una dulce sonrisa. Te entristece pensar que, "presuntamente" sus propios padres han sesgado su vida, que ya nunca más volverá a sonreir. Y te hace meditar en cuántas personas estarían dispuestas a cuidarlas, a mimarlas, a darles todo ese cariño que no han sabido darle. Todo es injusto en este mundo. Resulta incomprensible que un hijo corra peligro al lado de sus progenitores, que se ensañen hasta llevarle a su final. Imperdonable que se defiendan diciendo que "se ha cáido"...Esperemos que haya justicia y que, allá dónde esté el inocente, pueda ser un poquito más feliz.
