Hay personas que, por mucho tiempo que pase, nunca dejan de estar en el recuerdo porque, cuando las has tenido cerca han sabido transmitir cariño y alegría.
La recordé en un post anterior y ahora me gustaría profundizar un poquito más en lo que significó.
Angelita era una gran mujer. Tuvimos la suerte de tenerla como vecina durante mis queridos e inolvidables años de niñez en La Coruña. Irradiaba amabilidad, y ternura.
Era madre de siete hijos y, con enorme esfuerzo, lograba salir adelante a pesar de sus escasas posibilidades. Las dificultades no le hacían perder la sonrisa ni el ánimo. Creo que fue todo un ejemplo de lucha y de saber afrontar la adversidad sin perder la alegría y mirando al futuro con esperanza.
Creo que su marido dejaba mucho que desear pero, a su manera, se podría decir que formaban un matrimonio feliz.
Sus hijos la adoraban y todo el barrio (mi entrañable barrio, tan cambiado ahora y tan familiar entonces) sentía algo especial por ella.
Me consta que me quería mucho y disfrutaba haciéndome peinaditos.Aquellas trenzas que tanto me gustaban o mis coquetos tirabuzones...
Tenía mucha experiencia y no se le escapaba nada. Un día, siendo muy pequeña, me puse muy mala. Mi padre se encontraba de viaje por su trabajo y mi madre se asustó mucho.
Angelita, con su gran experiencia, sugirió que podría tratarse de algo complicado: había que ir en busca del médico. Como entonces no se disponía en casa del indispensable aparato telefónico, mi madre acudió personalmente a la consulta.
La difteria se había apoderado de mí. Gracias a mi madre, a Angelita y al Dr. Fleming por haber descubierto la penicilina, salí adelante.
Compartimos momentos felices . Como aquella Nochebuena en la que ella estaba en el hospital alumbrando al último de sus hijos, y mis padres decidieron que había que celebrarlo con todos los demás. Así que me sentí muy dichosa de compartir con mis amigos los turrones y las golosinas de esa noche tan especial.
Dos de sus hijos fallecieron y también su esposo.Pero ahí estaba ella, intentando seguir el camino sin dejarse vencer.
Después de muchos años, su esquela en el periódico me llenó de emoción.
Sé que estaría muy orgullosa de todos y que le encantaría saber que uno de sus hijos llegó a ser Catedrático.
Por mi parte, creo que se merecía este recuerdo