
De vez en cuando, me gusta revisar mis álbumes de fotos. Pensar cómo era ese momento en el que mi imagen o la de mis personas queridas quedaron plasmadas para siempre. Volver a revivir aquellos instantes en los que,quizás,alguien me dijo "dí patata" o "sonríe a la "cámara"... En uno de esos álbumes siempre me encuentro con la foto de mi bisabuela. Por desgracia, no conocí a ninguno de mi abuelos ya que fallecieron antes de venir yo a este mundo. Pero la tuve a ella. Y, precisamente en su honor, me pusieron su mismo nombre: Amalia. Murió muy mayor y siempre recordaré cómo le gustaba tomar el caldito que hacía mi madre o las aceitunas tan ricas que mi padre traía de Sevilla. Pasaba el invierno en Madrid y el verano en Asturias. Fue una gran luchadora, una gran trabajadora y una cocinera excelente. Tenía los ojos azules y muchas veces se levantaba diciendo: "esta noche morí y resucité". Hasta aquel día en que no volvió....