SE LLAMA NATI

Siempre me han inspirado ternura los animales. Recuerdo que hace unos años presencié como un perrito era atropellado por un coche y no pude dormir en toda la noche pensando en ello. Mi ilusión era tener una mascota. Cuando veía aquel caniche tan lindo de mi prima, que parecía un peluchito, me daba una sana envidia y trataba de frenar el arrebato de ir a comprarme uno igual. Cuando el pobre murió hace unos años, lo pasamos muy mal y sentimos un vacio enorme. Los perros son fieles, buenos amigos y poseen una gran nobleza. Me contaba mi padre que, cuando era un niño, tenían uno grande, muy bonachón y que, cuando mi abuela murió (con sólo 38 años), estuvo acudiendo durante varios días a su sepultura permaneciendo allí durante mucho rato, acurrucado y tristón, como conociendo que ya nunca más volvería a ver a esa persona.

Al final, y casi de manera imprevista, conseguí tener una maltesita que parece una bolita de nieve. Está muy mimada y parece una princesita. El otro día nos asustó porque sufrió un síncope. Nos han dicho que, al tener casi doce añitos, su corazón está un poquito delicado, no por enfermedad, sino por desgaste. Está con un tratamiento para mejorar pero, tengo que hacerme a la idea de que, por lógica, cualquier día se irá de nuestro lado. Sé que, cuando llegue el momento, voy a llorar y a sufrir porque, te acostumbras a ver todos los días su carita y te gusta sentir como,cuando llegamos a casa, se pone loca de contenta. Son leales y buenos. No se merecen que nadie les maltrate.