PAN Y MANTEQUILLA

En los días como el de hoy, lluviosos y con frío, me entra siempre un poquito de nostalgia. Me considero una persona eternista porque creo que jamás olvidaré las cosas que forman parte de mi pasado. En algunos momentos, es totalmente necesario pasar página y empezar de nuevo pero existen otras vivencias queridas y entrañables que nunca se irán del álbum de recuerdos del corazón. Creo que es maravilloso despertar por la mañana envuelta en el intenso y agradable olor del café recién hecho. Como cuando era niña y me decía a mí misma: "mamá ya ha preparado el café". Y esperar el ansiado domingo para poder tomar los churritos tan buenos que mi padre iba a comprar temprano para tomarlos a tiempo. ¿Tanto ha pasado desde entonces?....Y cómo no recordar aquellas tardes preciosas en las que nos reuníamos en casa de la tía Argentina para poder saborear el delicioso cafetito y las hermosas rebanadas de pan crujiente untadas con aquella exquisita mantequilla asturiana que se encargaban de conseguir para todos mi tío José Antonio y mi padre. Reunidos alrededor de la mesa, con mis primos y algún otro invitado, reíamos y lo pasábamos maravillosamente. Todavía me parece estar viendo el bloque apetitoso de la mantequilla.... Sin dejar atrás el brazo de gitano o la empanada de bonito. He tenido la gran suerte de estar rodeada de personas que cocinaban con amor y lo hacían notar en sus platos. Han pasado tantos años que la tía está próxima a cumplir los cien. Pero yo te veo igual que antes, con la cafetera llena de café humeante en la mano y poniendo sobre la mesa el pan y la mantequilla.

Este post lo escribí hace unos años . Hoy , viendo unas fotos,  he vuelto a recordar tantas horas hermosas.

Vaya mi homenaje para esas  personas tan queridas que hicieron posible disfrutar de esos momentos tan llenos de felicidad y que ya no están con nosotros.