En el periódico "La Voz de Galicia", dentro de su apartado "Hemeroteca", me encuentro hoy con una noticia ocurrida en el año 1885 en una iglesia de un pueblecito llamado Coruxo. La verdad es que me ha resultado "tragicómica" y, por ello, os la comento porque, hasta cierto punto, es como de película. Resulta que al pasar el sacristán cerca de una señora que estaba la pobre rezando, le dio un fuerte empujón. La mujer le recriminó y el sacristán, lejos de inmutarse, reaccionó propinándole un lote de bofetadas. La hija de la agredida "atizó" al agresor un bancazo en la cabeza que le dejó tumbado en el suelo. Lo curioso es que, ese mismo día, el cura de la parroquia se negó a dar sepultura a un feligrés que había muerto acuchillado. Al final, tuvo que intervenir el obispo para poner orden en todo este tinglado. Parece una argumento de Berlanga. Y han pasado 125 años...
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